La urbanización novohispana de la Puebla de Los Ángeles se vio caracterizada por la consolidación de los asentamientos españoles; por esto, la ciudad de ese periodo vivió separada en todos los aspectos siendo el río San Francisco el que funcionó no sólo como límite físico sino como frontera económico-social.
Así, de un lado estaba el diseño ortogonal de la zona central y del otro, la traza irregular que conformaban los primeros barrios -Analco, El Alto y San Francisco que, a su vez, separaba a la clase obrera -formada por los indígenas- de los españoles.
Las principales actividades de los indígenas consistían, entre otras acciones, en hacer los quehaceres domésticos para los españoles, por lo cual todos los días tenían que ir de un lado al otro del río para llegar a la ciudad por medio de puentes ubicados en puntos estratégicos. Los historiadores señalan que hubo alrededor de 15, de los cuales hoy sólo queda el recientemente revitalizado puente de Ovando.
Durante más de una década este importante punto de reunión y paseo de los poblanos del siglo XX estuvo en completo abandono; ubicado en la intersección del boulevard 5 de mayo -antes Río San Francisco- y 3 oriente, sirve como remate de un eje longitudinal de la mencionada calle.
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