La estructura de cristal se yergue por entre las paredes antiguas de esta casona como una gran caja de vidrio, que al elevarse hacia el cielo sirve de conexión a los diferentes espacios del museo, para finalmente rematar en un techo transparente y una terraza, desde la cual se puede apreciar la belleza de las cúpulas que rodean el Centro Histórico de esta legendaria ciudad.
La historia dice que los terrenos donde hoy se aloja el Museo Amparo, han sido testigos de prácticamente toda la historia de Puebla de los Ángeles. En sus inicios albergó el hospital de San Juan de Letrán, que más adelante se convertiría en el Colegio para Niñas (1642). Después, el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz —quien fuera amigo de Sor Juana Inés de la Cruz— lo transformaría en dos colegios (1676), uno destinado a mujeres casadas y separadas y otro a niñas pobres. Esa sería su historia hasta que con motivo de las Leyes de Reforma (1855-1860) pasa a ser casa habitación.
Desde el año 1871 se convertiría en la casa de don Vicente Espinosa Bandini, abuelo de don Manuel Espinosa Yglesias, quien finalmente en 1991 crearía ahí un espacio cultural en memoria de su esposa, Amparo Rugarcía de Espinosa.
Por años, la fachada y el interior de la casona se conservaron intactos hasta que las necesidades educativas y culturales de su entorno hicieron necesaria una ampliación, a fin de dar un mejor servicio a sus visitantes.
El Taller de Enrique Norten Arquitectos es responsable de la innovación, que cuando culmine colocará al Museo Amparo como un nuevo icono arquitectónico de México y reafirmará su posición como centro cultural de referencia.
“Este es un ejemplo de lo que se debe y se puede hacer con la arquitectura de nuestro país —comenta Enrique Norten—, nosotros trabajamos estos edificios de los siglos XVII y XVIII con la intención de reinventarlos, de darles una nueva vida, un nuevo significado.
“Nos avocamos sobre todo a atender los valores de esta figura histórica. No se tocaron las fachadas más que para retocarlas. Nosotros las conservamos tal cual las encontramos. Lo que hicimos fue esculpir espacios para darles un nuevo lenguaje, identidad y estilo que vayan de acuerdo con las necesidades actuales del museo”.
El proyecto contempla tres etapas, la primera concluyó con la ampliación del vestíbulo, la creación de galerías para exposiciones temporales, una bóveda que garantizará la conservación y seguridad de las obras en reguardo, biblioteca, auditorio, tienda y una terraza con cafetería.
Todas ellas áreas equipadas según los parámetros internacionales de exhibición, conservación y seguridad existentes, con lo que el museo ganó características que le permitirán recibir una gran variedad de colecciones procedentes de museos nacionales e internacionales.
Se considera que las próximas dos etapas serán concluidas al finalizar el año. La segunda etapa contempla el acondicionamiento de las salas para exposiciones temporales y la tercera comprende la actualización de las salas y discurso museográfico de la colección permanente de arte prehispánico.
Respecto a esta última, Ramiro Martínez, director ejecutivo del museo adelantó que los lineamientos que se seguirán para actualizar el guión partirán del principio de que no será cronológico y además, hará énfasis en la continuidad que esas culturas tienen hoy.
El Museo Amparo posee un acervo de más de mil 700 piezas de arte prehispánico y resguarda más de mil 300 obras de arte virreinal y de los siglos XIX y XX y, además, cuenta con un programa de exposiciones temporales del arte que se está generando hoy, lo cual transforma su visita en un recorrido por tres mil años de historia. (Rosario Pinelo)
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